“Que no te la den con queso” (Expresión popular)
Queso y vino. Vino y queso. Uno y otro por separado han sido siempre dos de los productos más consumidos y valorados, y juntos protagonizan, desde hace años, una de las mejores y más apreciadas combinaciones gastronómicas.
Muy atrás quedó ya aquella expresión que se usaba antaño como consejo frente a bodegueros que trataban de vender sus malos vinos ofreciéndole al comprador un queso de sabor fuerte para ocultar el sabor del vino. “Que no te la den con queso”, decían, y cuánta razón tenían, ya que un mal maridaje puede deslucir o incluso llegar a ocultar el sabor del vino.
Saber maridar queso y vino, vino y queso, es en principio algo sencillo, pero conviene tener en cuenta ciertos consejos para que la mezcla sea perfecta y no acabe desluciendo ni al vino ni al queso.
Si bien es cierto que los vinos blancos son más fáciles de maridar con el queso, en este post os vamos a contar que los tintos son también una muy buena opción si se saben elegir correctamente.
Como primera opción siempre recomendamos seguir nuestro propio instinto, pero esto a veces funciona -si somos expertos conocedores de los productos que vamos a consumir- y otras veces no tanto. Elegir en base a nuestros gustos es otra opción, pero el hecho de que nos guste un determinado vino o un determinado queso, no quiere decir que combinen bien juntos.
Es por eso que os vamos a dar unas cuantas claves:
Si elegimos en base al queso, es conveniente tener en cuenta el tipo de leche con el que fue elaborado: si es de vaca, oveja, cabra, mezcla… y el tipo de maduración: si es fresco, semicurado, curado, viejo… Son aspectos que nos van a dar las claves sobre el sabor del queso, y en base a ellas, podremos elegir uno u otro vino para acompañarlo.
En base a esto, el primer consejo: el sabor del queso debe ser igual o menor que el del vino, nunca mayor. Por ejemplo, si vamos a comer un queso fuerte, deberemos acompañarlo de un vino intenso, con mucho cuerpo y sabor. A mayor curación del queso, mayor crianza del vino. Si el queso es de sabor suave, podremos elegir un vino suave, sin mucho cuerpo.
La recomendación inicial es empezar probando el queso. Masticarlo, saborearlo y tragarlo para descubrir todo su sabor; y solo después, una vez que hayamos sentido todo su sabor, empezar a saborear el vino. Tras este paso inicial, y tras un breve período de tiempo, volvemos a repetir el proceso, pero con el orden inverso, es decir, primero el vino y después el queso. De lo que se trata es de dar a ambos productos la misma importancia, y poder diferenciar sus sabores, tanto por separado como juntos.
Para los amantes de los sabores profundos y aromas pronunciados, no hay nada mejor que maridar un queso viejo con un reserva intenso. Con más de 12 meses de curación, el Queso Añejo Reserva de Campoveja, premiado varias veces como el mejor queso curado, equilibra en potencia al Heras Cordón Reserva, criado durante 18 meses en barrica y otros 18 meses en botella. Nuestra propuesta es una pareja que se complementa a la perfección ideal, eso sí, para los que gustan de intensidad en sabores y aromas.
El cuerpo e intensidad de los tintos de crianza, como el Fincas de Azabache Crianza Garnacha, elaborado con 100% garnachas viejas seleccionadas, con más de medio siglo, marida de lujo con quesos curados de oveja, como el Queso Viejo Campoveja, un artesano madurado en bodega durante 8 meses.
Las habituales notas de los tintos del Bierzo casan a la perfección con los quesos ahumados y la propuesta que os traemos ofrece una mezcla única de sabores y olores. Se trata de maridar la fuerza del queso añejo y la penetración del aroma torrefacto del queso Ahumado Viejo Campoveja, distinguido como mejor queso ahumado del mundo en 2012, con un tinto de crianza corta, el Cuatro Pasos de Bodegas Martín Codax, un 100% Mencía del Bierzo criado durante 3 meses en barrica de roble francés y americano.
Tras haber despuntado poco a poco, los vinos rosados están más de moda que nunca y su consumo no deja de crecer en todo el mundo. Un buen rosado es un vino versátil, compañero ideal de muchos platos y productos, y el queso está entre ellos. En nuestras propuestas de maridaje os sugerimos combinar el Semicurado de Campoveja, elaborado con leche cruda de oveja y madurado durante 3 meses sobre tabla de madera, con el Lambuena Rosado Selección de la D.O. Ribera del Duero, con aromas a fruta fresca y una gran personalidad.
Los quesos de sabor muy potente y textura untuosa, como es el caso de los quesos de corteza lavada, conviene combinarlos siempre con vinos blancos muy aromáticos, preferentemente espumosos. El objetivo es que las burbujas limpien la boca de la textura cremosa y exceso de grasa del queso y permitan disfrutar del contraste de ambos productos. Nuestra sugerencia es servir un Alma Atlántica de Martín Códax, concretamente el fresco y delicioso Albariño-Godello, con un queso de corteza lavada de Campoveja, un mantecoso de aromas y sabores muy intensos.
Y tanto si sois vosotros los que preparáis el maridaje como los que lo vais a degustar, recordad aquella máxima de antaño… “que no os la den con queso”.
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